-Disculpen, los de allá…esos los adictos… me querían…hemm-
Les decía en medio de grandes espacios temporales mientras satisfacía los pulmones con bastante aire. Después de lo dicho los inquiero con una frenética mirada a sus rostros, entonces lo advierto…
-No, no, no mierda, por la chucha...-
Sus rostros estaban impávidos y perpetuos en la eternidad de una imagen, eran hologramas policiales.
-Mierda, gran cosa…
Formaban parte del nuevo programa de vigilancia policial, dado como el gran programa de ayuda estatal para este año de cambios.
-Pero…como le iba diciendo señor magi… esos hombres de atrás me querían asaltar “el cerebro”…-
Las bestias de atrás contenidas desafiaban a la lejanía, pero el tiempo pasaba y no podía seguir hablando más wevas con esas súper-imágenes-policiales de ayuda… Pero los otros creyeron comprender algo y se acercaron aun más mientras sus ojos se clavaban sobre los rostros de los hologramas, asimilaron luego lo de imagen inmóvil y por lo pronto me tuvieron rodeado en torno a los entupidos hologramas y yo atrapado al medio. Sacaron sus abre-cerebros y se cernieron enormes y monstruosos en la noche de sombras anónimas asesinas.
-¡Aquí unidad de control de nocturno holográfico, díganos su inquietud!
Interrumpe mi presumible asesinato, los enajenados retroceden unos cuantos pasos y miran a todas las direcciones posibles en busca de lo que parlo.
-¡asesinato!- No me demoro en responder, mientras los voraces adictos me lanzan una mortífera mirada de odio. Creo que eso lo comprendieron, corren hacia las esquinas de la calle y vuelven veloces sumados en éxtasis.
-¡una unidad esta en camino…! Responde estupidamente la maquina y pareciera que eso también lo entendieron, y se precipitan aun más veloces y feroces sobre mí… Mi sentencia de muerte
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